Los orígenes de las fiestas de San Fermín se
remontan a la Edad Media y están relacionados con tres celebraciones: los actos
religiosos en honor a San Fermín, intensificados a partir del siglo XII, las
ferias comerciales y las corridas de toros, documentadas desde el siglo XIV. En
los inicios, la fiesta conmemorativa de San Fermín se celebraba el 10 de
octubre, pero en 1591 los pamploneses, cansados del mal tiempo, decidieron
trasladar la fecha original a julio y hacerla coincidir con la feria. De este
modo nacieron los Sanfermines. En su primera edición duraron dos
días y contaron con pregón, músicos, torneo, teatro y corridas de toros.
Posteriormente se fueron añadiendo otros actos como fuegos artificiales y
danzas, y se prolongaron hasta el día 10.
Las crónicas de los siglos XVII y XVIII hablan de
actos religiosos junto a músicos, danzantes, gigantes, torneos, saltimbanquis,
encierros y toros y de la preocupación del clero por los abusos en el beber y
el libertinaje de mozos y mozas. También relatan la presencia de gentes de
otras tierras que con sus espectáculos hacían "más divertida la
ciudad". Así, durante el siglo XIX hubo curiosas atracciones de feria como
la mujer cañón, animales exóticos o figuras de cera, mientras que la Comparsa
de Gigantes estrenaba cabezudos, kilikis y zaldikos. Por otro lado, la
ausencia del doble vallado en el encierro ocasionó que en numerosas ocasiones
los toros se fugasen por las calles de la ciudad.
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